El uso de la jerga suele implicar una necesidad o voluntad de aceptación en el grupo que utiliza. Ciertamente, pocos elementos cohesionan más una masa y provocan la sensación de pertenencia que la diferenciación de los otros mediante el lenguaje.
Así, parece razonable y casi comprensible que quien se acerca a una agrupación de individuos empiece su proceso de inclusión adoptando las palabras y modismos propios de ellos.
En este ámbito, no puede ser menos. Y como en cualquier otro, resulta patético la traslación del lenguaje de la tribu al las conversaciones particulares, o que el uso de la jerga trascienda su mera función de reconocimiento tribal y de lugar a pretendidas disquisiciones intelectuales.
Siempre me ha parecido de una pobreza mental avasalladora el uso de la jerga fuera de contexto. Bueno, y de falta de carácter su empleo en cualquier situación. Será porque en la mayor parte de las ocasiones pude apreciar que sacaban provecho de ella los manipuladores y los arribistas. Y será porque nunca he confiado en la respetabilidad de la masa. A pesar de la potencia que tiene cuando es hábilmente dirigida y manipulada.
Saludos, señoritas y caballeros.
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