martes, 4 de agosto de 2020

La normalización (o no son todos los que están)

Aún recuerdo el día en el que se abrió el abanico de roles en este lugar. Fue poco más o menos cuanto también dejaron de tener cabida algunos de los rasgos más extremos que se pueden dar. De hecho, antes de que la página de exploración se llenara casi en exclusiva de tetas turgentes en lencería (un estilo a Playboy o Penthouse), no era raro ver alguna imagen con alguna gota de sangre.

El resultado fue el de dar más visibilidad a aspectos secundarios en el mundo sadomasoquista. Cuando no, absolutamente espúreos. Y es que sigo sin saber muy bien que coño pintan en una pagina BDSM la inclusión, el lgtbi, el fenómeno brat, la normalización, la visibilidad, el colectivo, el feminismo y otras zarandajas. Como si el excitarse sometiendo a alguien me obligara además a hacer proselitismo de todos esos movimientos. Ya puestos, pongamos también que hay que salvar las ballenas, ser ecológico, imponer la bici como transporte público aunque no tengas meniscos, estar a favor de los refugiados y mil reclamaciones más para poder tener el carnet de azotador.

Se ha llegado a un punto de ruido que la escena y la opinión están dominadas por militantes afines a varias de esas corrientes. Y es difícil encontrar a personas ajenas a semejante batiburrillo que se hallen centradas en el estímulo de la condición perversa inherente a lo que sencillamente es BDSM. Que valoren por la excitación que provoca una persona en los conceptos clásicos y elementales de lo que se tiene por BDSM, lo que implican en primera instancia las cuatro palabras que forman la sigla.

Uno puede llegar a pensar, con tanto griterío de masa informe, que ha perdido el sentido de lo que en realidad es. Hasta que por uno de esos avatares caprichosos, conoce ha alguien con la inmensa capacidad que requiere el ser capaz de disfrutar de esos sencillos conceptos. Entonces, se viene el tinglado abajo. Se viene abajo porque no importa si la fuente de la excitación es hombre, mujer, cualquier cosa entre medias o ninguna, tiene brazos o no, come carne o algas, pedalea o usa un 4x4, pesa 10 ó 1000 kilos, es un nazi o un republicano, haría comerse la mierda a los dueños de los perros o tiene una jauría ......lo único que importa es que tiene la capacidad de provocarte y recibir de ti sensaciones con esos cuatro conceptos básicos.

Y es cuando toma fuerza aquella frase que parecía exagerada y he escuchado sólo a los cuatro elegidos que tienes por especiales: “En realidad, somos muy pocos.”

Ahora sé que no, que no exageraban nada.

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