domingo, 4 de julio de 2021

El impulso del instinto

Este año y medio ha sido devastador, aunque a simple vista no lo aprecie. Alguien me dice que me ve igual, que yo no cambio, pero no es verdad. Quizá compare mi aspecto aparente con sus nuevas canas para llegar a esa conclusión, pero yo sé que sí, que no es verdad.

Algo ha cambiando para siempre. Costumbres, hábitos nuevos, no se evaporan ante la falta de restricciones, al contrario de lo que cabía esperar. Hay una nueva comodidad que ejerce su fuerza, anestesiando la fuerza que antaño permitía afrontar cualquier dificultad de un entorno poco amable, casi hostil. Y ahora que la cubierta protectora deja de ser necesaria, curiosamente, no es fácil abandonarla atrás. Tuvo que venir una agresión nueva y desmesurada para poder identificar a todas aquellas pequeñas agresiones cotidianas que antes sufría en silencio o con inevitable fatalismo.

Sólo el impulso del instinto permanece casi incólume, listo para cumplir su función primordial. Aunque la comodidad, el cansancio y la necesidad de protección juegan suciamente en su contra.

Tan solo espero que no sea demasiado tarde.

 

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