lunes, 26 de julio de 2021

Coherencia forzada

 La desnudez no parecía violentarla. Al contrario, le dotaba de una extraña seguridad. Tanta, que era difícil distinguir entre la obediencia y la complacencia, de modo que parecía a la vez dejarse llevar y manejar la situación. La mirada baja y la docilidad del gesto no casan con su lenguaje corporal. Mantenía las manos atrás pero su actitud era decididamente envolvente. Trató de acercarse, y sólo un fuerte tirón de ambos pezones refrenó temporalmente su impulso. Un mohín se dibujó en sus labios, y al tiempo que comenzó a levantar la vista esbozaba una palabra.

La bofetada casi da con ella en el suelo. Aún sorprendida, mantiene el impulso que sólo una nueva bofetada, más contundente y sonora que la anterior, consigue detener. Vuelve a bajar la mirada y a unir los labios, pero ahora sí que la gestualidad de su cuerpo se alinea con la actitud que pretende mostrar.

Y la dureza de los pezones es por fin coherente con su ánimo al tiempo que la humedad se hace evidente resbalando por los muslos, anunciando su rendición.

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