sábado, 17 de febrero de 2024

Miradas

 

No hay dos pares de ojos iguales. Igual que el timbre de la voz es único, el tacto de la piel, o su olor. Pero sí puede parecerse mucho una forma de hablar a otra, una entonación, la manera de tocar, o acariciar, e incluso lo que evoca el sabor carnal, fresco o intenso.

Y por supuesto, lo que dice una mirada. Miradas todas ellas que se funden en una, compartiendo la sonrisa, el rubor, el asombro, cierta timidez envolviendo la certeza y la decisión que el lenguaje corporal acentúa con una intensidad inevitable.

Así, de la curvatura de la boca emana ilusión, sorpresa, deseo, y esa actitud que denota el convencimiento íntimo de saberse en el sitio correcto, en el momento justo y ante la persona adecuada.

Fueron miradas en las que quedó el tiempo suspendido, como si el universo entero hubiera desaparecido y no hubiera nada más que los ojos dictando la primera sentencia, en una coreografía preludio de todo lo que está por llegar. Aunque puede que, en ese instante infinito, con la vista rendida a lo que se antoja un divino orden superior, ya sucedió todo lo que había de ocurrir, y lo que vino después no fuera sino un recuerdo de todo lo que pasó ya.

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