sábado, 28 de noviembre de 2009

Cuaderno de bitácora - 5ª etapa Cuerdas

5 etapa El descubrimiento del placer de las cuerdas

Siempre me atrajeron, no lo puedo negar. De un modo u otro, captan mi atención. Y claro, una vez comenzado el viaje, iban a ser una etapa de obligado peaje. Pero me causaron respeto. Desde el primer momento. Intuía que el mero hecho de inmovilizar, aún con toda la potencia y carga símbolica que tiene, por no hablar del efecto real de privar a alguien de ciertos movimientos, es algo más que simplemente atar. Y así es. Quería disfrutar cada paso, pero me faltaron referencias válidas. La visita a la cordelería, a comprar la cuerda, ya me hizo sentir algo especial. El cortarlas a medida, tratarlas, prepararlas, fue como un pequeño rito privado de iniciación (he de dar gracias a las entradas en ciertos foros que dan direciones de compra y tan minuciosamente describen el proceso). Jugué con cadenas, practiqué cierto bondage de pecho.....pero seguía notando que me faltaba algo. No conocía la técnica (atar a alguien, se lea lo que se lea por ahí, son palabras mayores), necesitaba saber que elementos causan sensaciones en los que practican (atadores y atados), y no encontraba el modo de obtener ese conocimiento. Y eso me impedía lanzarme, pese a la disposición favorable de quienes habrían de sufrir mis primeras prácticas.Poco a poco, trabe relaciones que me contaron su experiencia y sus sentimientos en relación con las cuerdas. Obtuve unos magníficos videos (bendito emule) que me mostraron la técnica, y esos pequeños trucos que yo intuía esenciales (y durante la práctica, después, así se revelaron, evitándome un pequeño disgusto). Tras continuar rastreanado por mil páginas en la red (una pista:búsquese por kinbaku en vez de por shibari), di con ellos. Los devoré en dos noches. Y percibí que había llegado el momento. Salté al ruedo, con la complicidad y el deseo de la modelo.....y resultó. Efectivamente, no todo es atar. Las pausas, los tiempos, la correcta ejecución, el cuidado en los nudos, el roce de la cuerda, su olor, la percepción de las sentimientos que generaba en ella (siento una sana envidia por ese modo de sentir, ciertamente)......todo conforman un mosaico de sensaciones muy muy especial. Supose que la primera vez iba a ser única....y lo ha sido. A pesar de las dudas de los primeros nudos, o de tener que repetir varias veces una técnica. El resultado final fue delicioso, espléndido. Y el remate, al esbozar como despedida de la sesión uno de los futuros montajes, el ver que las manos ya iban solas, que el nudo se hacia del modo adecuado, con la tensión justa de lazos y cuerdas.........me hizo comprender que acababa de subir un pequeño Tourmalet, y aún sigo teniendo aire en los pulmones.

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