Partiendo del valle, los primeros pasos son ligeros.
Es como el comienzo de un nuevo curso; los primeros días se trata de
fijar los conceptos que se supone deben venir aprendidos. Se antoja
sencillo, pero no es evidente, ni está exento de dificultades.
Además, el calor del verano inflamó el ambiente, y dio lugar a
desviaciones placenteras y peligrosas. Camino de la autocomplacencia.
El sexo, el omnipresente sexo, lo envuelve todo, con su aura
atrayente y su olor animal; y su influjo, unido a las prácticas
imaginadas en los rincones la mente y desarrolladas para placer suyo y
tormento de sus partícipes. Ni siquiera la alta temperatura del ambiente
sirvió para refrenar esos impulsos.
Azotó, flagelo, ató, dilató, poseyó, ordenó, determinó, humilló,
ofreció, sometió, penetró; mas no siempre encontró la recompensa del
dominio. La herramienta se convirtió en fin, apartando el foco y
desviando las sensaciones.
El rumbo se está rectificando. La segunda estación ha de llegar, y deberá antes aligerar su equipaje.
Esa segunda estación, donde empezará a compartir los frutos de lo ya
aprendido y asimilado. Desde la esencia del alma a la lucidez de la
mente. ¿o es al revés?
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