martes, 6 de diciembre de 2011

Una tarde compartida

“¡Oh, el lunes tenía una cita, se me olvidó comentártelo!”, venía a decir el mensaje. Tenía orden de estar a disposición lunes y el miércoles. Ambas tardes, completas, y, como esperaba, apareció la excusa de rigor.

Una excusa insuficiente, pues me dio margen para responder algo así como:

“El lunes te recogeré tras tu cita, e irás vestida como un Amo espera que vaya su zorra”

Ese es el resumen de la conversación, que acabó más o menos con un desafío de los suyos, medio en broma, medio a ver qué pasa

“Mira como tiemblo, uuuh, uuuh”

“Temblarás”, fue mi respuesta.

El día anterior, la amiga de manolito, me comentó que estuvo en una tienda de artesanía de cuero dedicada a realizar productos BDSM. Por las indicaciones que me dio, ya lo conocía de antes, y a lo largo de la mañana fui dando forma a un encuentro especial. Sí, sin duda, iba a temblar.

Al mediodía recibo un mensaje, que me anuncia que su cita quedó pospuesta, y estaba desde ese momento a mi disposición. Hablamos por teléfono, y quedo en pasar a recogerla, sin aclarar detalle alguno de lo que se le avecinaba. Su imaginación hizo el resto.

Llevo un minuto esperando….y ¡sorpresa! es puntual…..insospechadamente puntual. Ha cumplido, y viene arrebatadora, (eso es habitual, ciertamente) y convenientemente vestida y cubierta con un abrigo, toda una señora. Sonríe….pero está nerviosa. No sabe a donde vamos ni que va a hacer. Tan sólo intuye, poderosamente, que en algún momento va a temblar.

Llegados a la zona de destino, aparcamos a 50 metros del local, en una calle muy concurrida. Doblamos la esquina, y el ambiente se calma, pero no se serena. Pasamos un sex-shop, que le hace gracia, pretende entrar. Le digo que podrá hacerlo después, si es que le quedan ganas. Y llegamos a la puerta. Se ven unos corsés, arneses, vestidos, gorras, todo ello de cuero y metal. Lo disimula como puede, pero le cambia la cara y el color.

“Yo ahí no entro”

“Nadie te ha pedido opinión, vamos, adentro” mientras la tomo del brazo y la conduzco al interior. En una vitrina hay collares posturales, rojos y negros, y en otra, instrumental médico para prácticas más avanzadas. Definitivamente, tiembla en su interior. Pregunto por los collares, y el dependiente me los muestra. Sí, hay uno negro, con tres anillas, tacto suave…perfecto, lo que andaba buscando. En la tienda entra y sale gente, ella está incómoda, pero aparento no hacerle caso, y me acerco con el collar.

“Levántate el pelo”

Duda, da un paso atrás, me dice que no…….pero sus ojos dicen que sí.

Lo paso por su nuca, se lo ciño y lo ajusto en su posición. Sí, es su collar.

“Me gusta más en rojo” Habla por fin.

No tengo inconveniente, y pregunto por collares rojos. Me dicen que no hay ninguno, pero que los hacen como lo pidamos, y que en un día lo entregan.

“Bien, pues entonces, rojo, mucho mejor” Dice ella

“Vale, no hay problema, lo encargo y mañana vienes a recogerlo”

“Oohh, no, negro está bien, muy bien” responde mientras sigue temblando.

Antes, mientras ella miraba unas minúsculas minifaldas estuve probando un gato de 22 colas, de cuero fino….una delicia, capaz de la caricia más suave y del mordisco más cruel. Aún siento en el antebrazo un leve picor mientras escribo estas líneas. Sí, también me lo llevo.

Por último, un vistazo a las mordazas….quedan para otro día, pues hay que pedirlas con un mayor diámetro de aro. Hoy, con que sepa para que sirven (“no tienes que llevar eso, estaré muy calladita cuando me lo ordenes”), es suficiente.

El collar va en la bolsa, y tras entrar en el sex-shop a que se compre un juguete (y de paso se relaje un poco), vamos a tomar un té a un lugar tranquilo.

Allí, se pone al cuello lo que es un nuevo símbolo de posesión, se mira en el espejo. Ya no tiembla. Antes bien, queda lista para el encuentro del miércoles y recibir ceremoniosamente su collar……pero eso, será mañana.

1 comentario:

  1. Lo de "arrebatadora" me sonroja.
    Me alegra sobremanera parecertelo,señor,llenándome además de gozo.

    Catira.

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