jueves, 9 de febrero de 2012

Café irlandés

Jueves ya, la semana toca a su fin en lo que se refiere a nuestros juegos.

Quedamos en tomar algo tras acabar la jornada. Decidimos ir a uno de los pubs que solemos frecuentar. Este en concreto tiene un rincón adecuado para casi cualquier cosa que se me pueda ocurrir. Hoy, voy sin plan establecido alguno, se trata de pasar juntos un rato agradable.

Al entrar, la mesa que me gusta está libre, y nos sentamos allí. El camarero sonríe, ya nos conoce, y no puede negar que se le alegra la vista cuando ve a la rubia.

Pedimos sendos cafés irlandeses, suavecitos, y comenzamos a charlar. Hoy lleva una falda amplia, y me gusta que la tenga subida. Como también me gusta acariciar sus piernas, y sus muslos, y todo aquello que se me antoje. Aún no está completamente metida en situación, su pudor la delata, lo que hace que el juego me divierta todavía más. Aunque juega a enseñarme las bragas, y poco a poco se va entonando. Entonces, le digo que se las quite. Hace ademán de ir al servicio a cumplir mi orden, y se lo impido. No, debe hacerlo allí mismo. Y allí mismo pasan de sus piernas a sus manos, claro. El pudor ya casi se ha desvanecido.

Nos traen los cafés, y vienen sin las galletas de costumbre. Las reclamo demorandome intecionadamente al pedirlas, mientras la observo...sí, podría ser. Ya está subiendo la excitación; también sube su falda, que me muestra su pubis blanco, desnudo y es ahora ella la que toma mi mano y la lleva entre sus piernas. Quiere sentirla entre sus labios. Me acerco a su oído y le susurro " si comienzo a tocarte, habrás de llegar aquí mismo hasta el final"

No se sorprende. Mira alrededor, al espejo que tengo detrás.....le aseguro que nadie verá nada explícitamente, aunque ambos sabemos que cualquiera que nos observe 10 segundos se dará cuenta de lo que pasa.

Con mi vista clavada en la suya, comienzo a acariciarla. Su sexo busca mi dedo, y suspira. Pone cara de que no hay vuelta atrás, y me agarra la muñeca. Se turba, dice que eso no está bien, y le hago mirarme a los ojos, con fijeza. Vienen las galletas, lo que provoca un pequeño receso, y continuamos. Aumenta la intensidad, se tensa, toma mi mano libre con fuerza, suspira, disfruta..y disfruto.

Toda la expresión de su cara, hermosa, me anuncia que ya llega; mi voz tenue, casi inaudible, le concede permiso para correrse. El bar está ahora casi lleno, y nadie parece darse cuenta de que la rubia espectacular de la mesa de arriba está teniendo un intenso orgasmo al tiempo que se muerde los labios y entierra su rostro sobre mi hombro.

Llevo mi dedo a su boca, que lo limpia con dedicación, mezclando su sabor con el aroma de la nata, el whiskey y el café. Y del chocolate de la galleta, claro

1 comentario:

  1. No creo que vuelva a tomar un café irlandés tan delicioso.Gracias mi Señor.

    ResponderEliminar