No era un decisión sencilla. La renuncia al deseo nunca lo es. Sobre todo si además se dejan de lado aspectos complementarios que le hacen a uno mejor. Pero hay momentos y circustancias en las que cierto deseo es incompatible con una propuesta a largo plazo. Prima la estabilidad a ganar al placer a perder, aunque se piense que tan solo se trata de posponerlo.
Ha decidido bien, lo que es adecuado para ella. Y lo ha hecho por si misma. Aunque siempre será mi zorra, naturalmente. Pero eso es algo que solo sabremos ella y yo. Y, por supuesto, no se lo vamos a contar a nadie. Jamás.
Con una sonrisa, zorra.
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