jueves, 25 de febrero de 2021

El libro obsceno

Me zambullo entre la escritura de tus muslos, plena de letras cálidas y pensamientos inconfesables, promesa de placer obtenido en los márgenes de lo lícito y lo sensato. Abro las páginas con intensidad y firmeza, provocando que la humedad se convierta en temblor, y la calidez en aromático y fluido veneno de sabor suave y gusto denso.

Y fuerzo mi carne entre tus pliegues, y busco las aureolas hinchadas que piden tormento y gozo, y abro, abro, abro y abro una y otra vez la insondable oscuridad de este libro que ya no se puede, ni queremos, cerrar.

Sin apenas abrir los ojos, mi mano persigue el calor de las letras dormidas. Acaricia el lomo, abriendo lenta pero firmemente el camino hasta las hojas carnales, que comienzan a despertar al requerimiento.

Los pliegues de la piel no dejan de ofrecer su viscoso saludo, y mientras, en otras zonas de la biblioteca el marfil se cobra un tributo tenso y punzante.

La otra mano hace presa en el cabello y sirve de guía a la boca ávida de letras, también húmedas y cálidas, que aguardan en el rigido libro que asoma impúdicamente en otra estantería.

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