Tus piernas abiertas, desnudas bajo la sábana, parecen seguir inconscientemente mi deseo de tenerte ofrecida. Deseo propio o quizá ya inducido en tu mente. Deseo de saberte excitada con sólo pensarme. Quizá, en el duermevela previo a despertarte, tus sueños me tienen presente y por eso tu condicionada respuesta aflora de modo cada vez más natural y automático. La entrega de tu mente se traduce en una respuesta física cada vez más consistente.
Mente, espíritu y cuerpo se aúnan en una necesidad que va siendo omnipresente.
Un leve azote en tu sexo te arranca del letargo, y abres más las piernas. No, tu respuesta refleja ante ello ya no es cerrarlas. Y ahí corroboras que eres cada vez más mía.
Abre los ojos al nuevo día.
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