lunes, 2 de enero de 2023

La soledad

 Leo una de esas frases venenosas que parecen trascendentes y en el fondo rezuman desesperanza, dolor, complejo y daño.

“La mejor compañía es una misma”.

Naturalmente, es falsa desde la premisa inicial, el acompañamiento requiere inevitablemente de una presencia externa física de alguien ajeno a la propia mente y cuerpo. Un elemento extraño, diferente, que satisfaga la necesidad de contacto de los sentidos y el yo. Otro yo, no el de uno mismo matizado por causa alguna y puesto ante un espejo real o imaginario para crear la ilusión que ahogue la soledad.

Este es un lugar predominantemente de soledades. Desde las de índole relacional que son el alimento básico de las redes sociales, y que podrían estar aquí como en cualquier otra (de hecho, están) hasta las soledades derivadas de tener la capacidad y el impulso de experimentarse y conocerse por sendas diferentes y en bastantes ocasiones completamente incongruentes con lo naturalmente establecido y considerado normal (en lo relativo al deseo y consumación placentera de impulsos sexuales sadomasoquistas. No entro en otras diferencias que creo no deben hacerse notar tanto aquí, tienen ya sus foros bien organizados).

En resumen, soledades, que en casos de ansia y desespero, lleguen a ver normal una frase tan aberrante como la anterior, incluso se la creen.

Pero es difícil no caer en ese ansia alguna vez. Mientras sea un breve momento de ofuscación transitoria, bueno va. De los que se extravíen por esos senderos, líbranos, Señor.

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