lunes, 13 de febrero de 2023

El discreto encanto de la capacidad desatada

En esta pasarela de vanidad pretenciosa, brilla, por encima de todas las cosas, el equívoco fulgor de los exhibicionistas con magníficas dotes de comunicación puestas al servicio de la nada absoluta. Así, se publicita sin recato la bondad de lo accesorio, la profundidad de lo insustancial y la cómica intensidad de lo irrelevante. Suele ir envuelto todo ello en un manto de sacrosanta dignidad prestada de causas pretendidamente nobles, hidalgas, modernas y empáticas, conformando un cuadro que aúna al atractivo visual la garantía de la supuesta moral bien entendida.

Bonito, atrayente....y falso.

Inevitablemente falso, pues esa corriente nace de una fuente que no tiene nada que ver con lo que pretende regar, más allá del imposible deseo del incapaz (y últimamente de los mercaderes del sexo, cada vez más ubicuos) puesto ante el espejo de su inutilidad manifiesta, al calor del voluntarioso aserto del querer es poder como oráculo de la mediocridad.

Por eso, cuando entre tanta quincalla aparece el luminoso destello de un retazo de capacidad desatada, la bondad de lo esencial, la profundidad del ser y la intensidad de lo único, con el discreto encanto de su natural sencillez, devastan todo el montaje de impostura inanimada con el soplo de vida ante el cual lo muerto jamás podrá competir. Aunque trate de llevarlo a su terreno, como ocurre cada día por aquí.

A una putona infinitamente capaz

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