miércoles, 8 de febrero de 2023

Pequeños detalles

“ Eres un poco impaciente”, me dijo con resolución. No lo estaba siendo, pero sí comenzaba a entrar en una argumentación que me llevaba a la contradicción, y con esa frase desactivó la situación antes de producirse. Hizo más, mostró firmeza, carácter, decisión, coherencia e interés. Fue la contestación adecuada en el momento oportuno.

“Tienes razón, disculpa”, fue mi respuesta.

Esas dos frases lo dijeron todo. Tanto que cuando nos vimos, unas semanas después, no hizo falta apenas hablar. A la breve invitación que le hice (“¿Vamos?”) contestó con las tres palabras que nunca más desde aquel día, desde ese instante, han vuelto a sonarme igual:

“Sí, mi Señor” ,

con ese ritmo y cadencia que sólo ella sabe darle a la expresión. Salimos del asador y nos encaminamos calle arriba, en la cálida tarde castellana, en un camino sin retorno para ambos. Con paso lento, una mano en su cadera y la dulzura indefinible que nos procuraba la sensación de haber culminado el preludio de tantos meses de observación y conocimiento. La confirmación de la certeza nos llevó a un estadio nuevo, y sin embargo, parecía que habíamos estado viviendo ese estado desde el principio de nuestra existencia, de tan natural que resultó cada momento.

Todo estaba resumido en el detalle de esas breves frases. Cuando se dan, no hace falta más. Y cuando no, tampoco. Es así de natural.



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