lunes, 28 de octubre de 2013

Posibilidades exhuberantes

Era previsible.

Sí, tanto por carácter como por capacidad y por actitud (aunque ésta tuvo algún matiz inesperado, felizmente resuelto por el momento), más que previsible. Casi cierto. La posibilidad de estropearlo existía (siempre existe), pero requería hacer las cosas ciertamente mal, rematamente mal.

El modo de asimilar lo que para ella es nuevo resulta casi brutal en ocasiones; como toma conciencia de lo que descubre, y se recibe y se acepta y de inmediato está lista para más, y más....Y no siempre es sencillo, por mucho deseo y voluntad que se tenga.

Es tan así, que lo realmente complicado ha consistido en atemperar el ansia, domar la impaciencia y hacer de ella una mujer paciente, capaz de amoldar cada vez mayores impulsos de hembra poderosa a mis deseos. Y lo logra. Vaya si lo logra. Aunque haya que ponerla en su sitio con firmeza. Pero hay en su interior y en su mente algo grande, una cualidad que muy pocas veces he visto. Y es que tiene muy claro lo que hace, por que y para que. Y para quien. En caso de duda (y lo hace con relativa frecuencia, pues ese es un atributo de quienes piensan), posee esa base sólida, sabe donde apoyarse y lo hace sin rubor. Tan claro tiene su lugar que hasta disfruta de ello. Y esa nítida claridad es lo que la hace tan especial. Sin dejar de ser ella, es mía. La paradoja suprema, la esencia de la posesión/entrega.

Hace unas semanas me decía que en ocasiones le preguntaban si tenía Amo. Y que no sabía que contestar. En esos momentos, no lo tenía. Me veía como su Dueño, su Señor, pero Amo....es una palabra tan usada, y tan absoluta. Ninguno de los dos lo sentíamos así. Ahora, quizá, hasta eso esté cambiando.

Cuando nos vimos le entregué el símbolo de lo que iba a ser mi posesión. Nunca, desde entonces, ha dejado de ponérselo ante mi. Sin necesidad de decirle nada.






Ahora forma parte de ella. Podría perfectamente no llevarlo, y aún así hay un aura que indica que está marcada de un modo indeleble. Inevitable.

En estos últimos diez días algo ha penetrado aún más profundamente en su interior. Lo siento cada vez que hablamos, nos escribimos, nos vemos o nos guardamos ausencia. Y el mundo de posibilidades que se abre es tan exhuberante que casi duele pensar en ello. Bueno, a ella le duele, y mucho en ocasiones. Pero ocurre que ya ha comenzado a aprender a que resulte tan placentero. Tanto, que ni siquiera yo puedo creerlo. Y aca ba de comenzar.

Zorra, perra, sumisa, entregada, masoquista, lúbrica, poseída.....mía. Sinónimo de mía. Y rebosando paciencia, quién se lo iba a decir.

Y quién me lo iba a decir, claro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario