lunes, 11 de octubre de 2021

La goma de borrar

 

Es sorprendente como los más inocuos objetos, en las manos adecuadas, se convierten en el instrumento perfecto para canalizar el flujo de intensidad que es posible en una relación sadomasoquista. Claro que no es tanto la herramienta como el ingenio y saber hacer que emanan de una mente capaz, despierta y preparada. Y que sabe lo que hace, como lo hace y cuando debe hacerlo.

Hoy tuve una demostración aplicada de todo ello con algo tan simple como una goma de borrar. Lo que se introdujo como un comentario casual en nuestra conversación provocó una mirada de respeto reverencial con un reflejo de temor muy defino, ambos formando un cuadro delicioso y con consecuencias inevitables.

Así pues, fue inevitable que pidiera ver satisfecha mi curiosidad, y naturalmente, fui complacido. El acto, de concepción aparentemente sencilla, encerraba una potencia en su ejecución y consecuencia difícil de prever. Desde luego, algo al alcance de unos pocos elegidos.

Pude disfrutar, por lo tanto, no sólo de ver satisfecha mi curiosidad, sino de un momento en el que se condensaron por igual la esencia del sadismo y el dominio con la profunda necesidad de pertenecer que nace de lo más profundo de un ser. Y encima, el resultado estético de esas alitas tan monas es arrebatador.

Pero no fue sólo eso. Mientras veía salir los finos hilos de piel enrollada provocados por la fricción de la goma, notaba que a su vez algo se iba también borrando en mi cabeza. Así, toda la quincalla aparente que se adhiere como morralla inútil a casi cada una de las imágenes, textos, comentarios y opiniones que inevitablemente se aprecian al entrar en esta página como resultado de la actividad de la mayor parte de los usuarios de la misma, se fue poco a poco desprendiendo de mi mente, arrastrados inevitablemente por cada uno esos sutiles jirones de piel que iban saliendo acompañados del gemido esencial que brotaba en un lastimero y a la vez gozoso crescendo de alguien que una vez dudó de la perversa utilidad de una goma de borrar.

Y es que una vez se vio la luz, los brillos dejan de tener sentido. Sin embargo, todos esos falsos brillantes jamás sabrán qué hacer con una goma de borrar. Salvo tratar de eliminar a quien no escribe como ellos.

Gracias, amigo.

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