miércoles, 11 de enero de 2012

Baltasar

Pedir.
Esperar.
Recibir.
Obtener.
Querer.

Hadas madrinas, Reyes Magos, duendes........catalizadores del deseo que late en la ilusión.
Y forjadores de la desesperanza que fluye desde el desánimo.

Baltasar no llegó en su noche del modo deseado. Ni trajo el regalo imaginado. Es más, pareció entregar toneladas de carbón, amargo. Muy muy amargo.

Por el horizonte asoma una nube, con aroma de traición. Tras ella, otra, no se si más oscura, o densa, con dejes de humillación. Y de ira. Y desde el propio dolor, el olvido. Y la muerte.

El olvido de todo lo que representa y proporciona. Un sol oculto tras unas nubes que presagian tormenta. Traen una tempestad que envuelve un centro exigente.

Y la muerte de por lo que se le tiene. Sin sentir lo que es. Todo quedó borrado en un soplo, una ráfaga que arrastra las nubes y oculta la luz.

La tormenta pasa. Los últimos rayos de la tarde parecieron abrirse paso entre la bruma helada y volver a hacer sentir un tibio renacer. Mas, a la luz de la luna, brillante, llena y helada, la noche mostró que la fuerza de los elementos han dejado su huella. Este rey ha muerto, y otro habrá de venir a ocupar el trono.

Menos mal que los magos son inmortales. Imperecederamente eternos.

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