jueves, 26 de enero de 2012

Círculos que se cierran

Comenzamos juntos. Hace ya mucho de eso. O no tanto. Yo fui su primer contacto buscado con el mundo sadomasoquista. Y ella fue la primera que me hizo experimentar una sensación de dominio. El encuentro fue casual, o no tanto. El perfil original de Amotormento siempre fue un imán para ciertos caracteres, y tenía la virtud de alejar a elementos pasados de rosca, de vuelta de todo. Y por el contrario, solía atraer a espíritus curiosos. No supe entonces que era. Antes había jugado virtualemente, comenzaba con contactos reales....pero fuera de las imágenes o iconos que tenía en mente como parte las fantasías que se generaban en mi cabeza y que eran (y son) ciertamente estimulantes, no sabía nada, ni nadie me había llevado a sentir algo especial con ello. Tenía la idea de que lo que yo quería consistía en realizar un conjunto de prácticas concretas, pero tras dar los primeros azotes, ya iba viendo que no era realmente así.

Y con ella comencé a sentir. Y ella conmigo. Tuve las primeras nociones (absolutamente inconscientes entonces) de la forma que toman la sumisión, la entrega. De un modo intuitivo, sin casi conciencia racional, a pesar de mis esfuerzos por tratar de sistematizarlo todo. Ibamos hablando, poco a poco, y entrando en jurisdicción.
Temores que se superan, sensaciones que se descubren, sorpresas agradables, aspectos de uno que quizá no se quieran ver......comenzó a aparecer ese algo diferente, que distigue a la relación tan especial que ambos buscábamos de cualquier otra. Con sentimientos que parecen en ocasiones ya vividos, pero que el entorno que los genera y el cómo se producen les da un tinte diferente. Esencial, sutil y radicalmente diferente.
Aquel comienzo duró poco. Entre su recien descubierta ansia (que no supe modular), mi inexperiencia y la distancia, tuvo un final prematuro. Pero sento las bases para ambos, que marcarían nuestra experiencia, tanto separada como en común. Porque nos volvimos a encontrar, naturalmente. Y queda esa intimidad esencialmente compartida que hace que con dos palabras baste para saber como está el otro. O una mirada, cuando hay ocasión.









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