martes, 3 de enero de 2012

Un demonio muerto

Ceñida en su vestido rojo aparece en la ventana del messenger. Risueña, bromista, nerviosa y mojada, tal y como acostumbra.

Está sola en casa, de vacaciones, y tras varios giros, la charla se centra en un plug que compró hace poco. Sí, está pidiendo que le mande ponérselo, inequívocamente. Y ¿por qué no?

Vuelve al rato, con el a medio meter. Desnuda de cintura para abajo. Acaba de encajárselo y se sienta en la silla. Le pregunto por más juguetes para jugar con su otra entrada, y va a buscarlos. Tarda un rato, el que le toma asegurarse que nadie la interrumpirá.

Empieza a cumplir órdenes. Saca su pecho del sujetador, se sienta en la silla, apoya las piernas en los antebrazos, y comienza a acariciar su sexo.

Obedece al punto, como un autómata, sin cuestionar ni cuestionarse nada.

Disfruta.

Golpea su sexo una, dos veces. Las sensaciones se multiplican.

Explora el interior de su sexo, acariciando desde allí el plug.

Con la otra mano, tira de uno de sus pezones, levantando un pecho generoso.

Usa el consolador, buscando desde su vagina el intruso que dilata su ano. Siente como las vibraciones se extienden desde su interior hasta el esfinter.

Sigue obedeciendo. Se mira. Se siente perra y sucia.

Hace tiempo que manchó la silla.

Para poder correrse, debe ponerse de rodillas, meter hasta dentro el vibrador en su coño empapado, levantar el jersey que deje moverse sus tetas sin pudor y limpiar con su boca la mancha de la silla. Tiene un minuto para hacerlo.

Le han sobrado 13 segundos.

Va a un espejo a mirarse. No reconoce a quien ve. Alguien hermoso, excitado, transfigurado por las sensaciones y el deseo.

Vuelve a la silla. Se encuentra bien, estupendamente.

Obtiene permiso para correrse cuantas veces quiera, siempre y cuando lo haga en la misma posición, rozando su pecho contra el suelo. Y entre descarga y descarga, ir al espejo a mirarse.

Se verá, dos veces más...cada vez más hermosa, y extrañamente plena.

El primer demonio ha muerto. Y ¡le sienta tan bien!

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