miércoles, 4 de diciembre de 2013

Asco

En una página de un entorno de estos que abundan con doble moral (es una casa de citas revestida de un halo de moralidad), tengo un perfil con el cual anduve realizando ciertos experimentos.

Uno de ellos consiste en poner imágenes relativamente explícitas de dominación, y observar las reacciones.



Alguien me escribió comentando el asco que le daba la imagen que tenía puesta como avatar.

Aún comprendiendo la reacción, no puedo por menos aún que sorprenderme por la falta de mesura de quienes no comprenden algo y sin embargo se lanzan a juzgarlo, aunque sea levemente.

Por supuesto, no me importa que alguien que no conozco se sienta mejor o peor por algo que hago o muestro. Reconozco que habiendo en nuestro entorno cercano tantas cosas por las que indignarse y, aún más, considero que son motivo de reacción física contundente, que alguien se dedique a asquearse por un asunto que es una relación particular entre dos personas me produce a mi un asco infinitamente superior al que me trasladan.

Se me puede contestar que si es particular, ¿por qué lo muestro?. Y por mostrarlo, que está sujeto a crítica. Y efectivamente, así es. Pero una cosa es que admita la crítica (que lo hago) y otra que admita el punto de vista de quien critica. Se dice que hay que respetar todas las opiniones. Claro que eso lo dicen quienes se dedican a opinar. Seré un tipo raro, pero algunas de las cosas que leo no me parecen en absoluto respetables, y lo digo.

Así que del mismo modo que a quien le asqueó la imagen lo compartió y yo no tengo más remedio que aceptar que lo haga, respondo que no respeto su opinión porque la considero basada en el desconocimiento y los prejuicios. Y del mismo modo, espero que acepte que no lo respete.

Pues el respeto se encuentra en aceptar que se haga la crítica. Pero pedir que se acepte la opinión vertida en la critica es otra historia ¿verdad?

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