sábado, 30 de mayo de 2015

Sé feliz

Un reflejo disparado con certera suavidad, mezcla de deseo imposible y carnalidad devastadora, me lleva a un estado etéreo, reflexivo, en medio de la encrucijada en la llevo ya un tiempo ubicado, sintiendo por un lado el anuncio de una decisión trascendental, y por otro, la inutilidad de cualquier decisión que pueda tomar.

Yo, que siempre me dije que soy de los que dibujan su destino, me encuentro con la sensación de que, esta vez, las cartas están ya marcadas, y no importa lo que decida, la elección ya está hecha, irremisiblemente tomada.

Esas dos palabras resumen el ánimo, la disposición, y , sobre todo, la toma de conciencia, por fin, de una realidad, una más, de las que me conforman sin que pueda hacer mucho por modelarlas.

"Sé feliz", una fórmula de cortesía cercana y sincera, hace que se coloquen las piezas del puzzle con inusitada precisión. La música suena al fondo, y la melodía me trae la letra a la cabeza

"Tristeza não tem fim, felicidade sim"

Con un vaso de whisky en la mano, rememorando al poeta, me rodea el verso que siempre sentí como cierto, el contraste necesario de los contrarios para que pueda explotar la sensación intensa y breve que se apaga como la felicidad del pobre, la gran ilusión de un carnaval. Noto que esa búsqueda inútil tiene ya un fin, cegando el eterno descontento de lo inalcanzable, a pesar de hallarse sólo unos centímetros debajo de la piel.

Eterna inutilidad, pero, ¿para qué sirve la ola que rompe, el viento de la tarde, para qué sirve la tarde?. En la sencillez de la pregunta reside la inmensidad de la respuesta. O al revés.

La música sigue sonando, y me recuerda que, a pesar de todo, los momentos que me marcaron son lo que queda, y no es poco

"The way you sing off key
The way you haunt my dreams
No they can't take that away from me"

No, nadie me lo puede quitar, permanece, y lo hace porque es parte de mi. Para siempre, soy y seré. Y vendrán más tardes, con brisa que levanten nuevas olas inútiles que nadie más que yo, y quiza alguien curioso con inquieta complicidad sepa apreciar en el momento adecuado, dibujando colores ciegos y sonidos en el vacío de una esfera particular, universo vedado que sólo la perdiz severa sabrá hacer que no invada terrenos que nunca deba pisar.

Y paso al whiskey, puro, sin mezcla, y la voz inmemorial resuena en mi mente, color, sabor, piel, sin orden ni concierto, y ahora es el clave quien martillea suavemente, desgrando las notas casi matemáticas preñadas de un sentido divino de la existencia rebelándose contra el orden establecido, invitándome a ir más allá, sin orden ni concierto, sí, y sin perder el norte. Me veo inmóvil, privado de parte de mis sentidos, y una araña en el techo danza un baile torpe tratando de huir de las leyes de la físca, sin poder burlarlas, sin obedecerlas.

Sin orden ni concierto, me encuentro pidiendo más, incoscientemente más, y sé que por fin he hallado la calma, y que el fin de la búsqueda eterna se acerca, y aún así, en un canon sin fin, el balanceo del ritmo cadencioso vuelve  a susurrarme en los oidos

"A felicidade é como a gota
De orvalho numa pétala de flor
Brilha tranquila
Depois de leve oscila
E cai como uma lágrima de amor"

La tristeza no tiene fin, la felicidad, sí

Pero sigo la indicación tan cálida, preñada de deseo.

Seré feliz. A pesar de mi.

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