jueves, 7 de abril de 2022

Nuria, la de las bragas viscosas

Es una niñita. En todos los aspectos, salvo en las tetas. Claro que es de esas que les crecieron antes que los dientes y centraron en ellas su yo.

Incapaz, incoherente, nada de fiar, mentirosa, cobarde y un poco corta. Encima ni sabe lo que quiere. Pobrecita. Ha quedado condenada a no gozar nunca más lo que ha conocido, y a pensar en mí cada vez que se excita o fantasea.

Pues eso sí, se moja con la humillación. Humillada, mojada y cortita.
Como un animal. Tan animal que se da asco a sí misma. Asco por reaccionar así saberse tan enganchada a la imagen que he creado en su mente. Asco por saber que su placer desde entonces nunca será igual. Asco por no poder evitarlo. Asco por ir follándose a los tipos compulsivamente sin llegar a gozar como ahora sabe que es capaz de hacerlo. Asco por no parar de pensar en meterse las bragas en la boca, en frotarse contra las patas de las mesas. Asco por no ser capaz de decirse que no, que ya basta. Lo triste es que tiene tan poca voluntad y autoestima que aparecerá periódicamente mendigando una ristra de orgamos encadenados sintiéndose la putilla más sucia del mundo. En su cortedad, es incapaz de asumir que ya no habrá más. Y eso la moja aún más.

La niñita manchabragas. Es como el perro de Pavlov. Responde al impulso primario sin mayor complicación. No puede dejar de excitarse al pensarse ante mí. Y ha tenido que reponer toda su ropa interior. Y ni aún así.

Nuria bragas viscosas. Con Dios, en impulsivo calor y humedad.

Amén.

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