Sí, quiero que me odies. Que no puedas evitarlo.
Quiero que creas que puedes desasirte, y que sepas que te es imposible hacerlo.
Sí, quiero que me odies. Que él descubrimiento te torture.
Quiero que te conozcas en lo que no habrías siquiera imaginado, y que
ese conocimiento te capture inevitablemente y haga que tu voluntad deje
de pertenecerte. Que lo notes, lo sepas y lo odies, con toda tu alma.
Quiero que me odies, en cuerpo y alma,
Que notes que no puedes controlar tus reacciones, que sientas el manejo
externo y no te quede más placer que el sentimiento de entrega,
servidumbre y rendición. Y que te sorprendas deseándolo mientras tu odio
aumenta.
Quiero que me odies, aunque en realidad, te odias por sentirte así. Y por no desear sentir de otra forma.
Lo quiero. Hazlo. Ódiame.
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