sábado, 15 de junio de 2013

Cziffra

Fue mi primer disco de clásica. Los valses de Chopin, por Cziffra. Y siempre me pareció el modo natural de interpretarlos. Cuando posteriormente escuché otras versiones, me parecieron demasiado contenidas.

El ansia calmada, los fogonazos de sangrante desesperación, seguidos de remansos de infinita paz, la brutalidad sedosa de unos contrastes hiperbólicos......pero siempre delicados.

Sí, así imaginaba que Chopin concibió su obra.

Sin embargo, oía que era ampuloso, exagerado, no respetaba el tempo ni la partitura....pero a mi me gustaba.

Un día, me sente ante el piano con mi profesora y el libro de los valses de Chopin. Comenzó a tocarlos todos, uno por uno. Y resulta que sí, que efectivamente, ciñiendose al pentagrama, la interpretaciones de Cziffra, friamente escuchadas, podían adolecer de lo aquellos críticos puristas decían. Aunque ella los interpretaba también de un modo especial, quizá por eso en las breves clases que tuvimos comencé a entender el piano de verdad. Le dije cual era el que quería preparar, y con ella salía paso a paso como yo lo tenía en mente.

Al poco, sus conciertos por medio mundo impideron que siguiera dándome clases, y tuve nueva profesora. Al oirme tocar el vals me decía que era ampuloso, exagerado, no respetaba el tempo ni la partitura....pero a mi me gustaba. Así que nunca lleve aquel vals a examen alguno. Quedó exclusivamente para mi. Tras aquel año, me lo aprendí de memoria, y me deje a un lado el compas, el tiempo y los matices escritos en el papel. Y dejé que saliera lo que llevaba dentro. Nunca más nadie lo oyó.

Con el tiempo, mis manos olvidaron como tocarlo, sólo me salen retazos, pero hoy volví a encontrar el viejo libro de los valses. Y aunque los dedos ya no son iguales, volveré a aprenderme la partitura, para después cerrarla y dejar que salga mi yo. Para mi.



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