domingo, 2 de febrero de 2014

El pudor del voyeur

Creo que una de las actividades que más me atrajeron dentro de las disciplinas que se consideran propias de este mundo es la de las cuerdas. Es algo además que está ampliamente extendido por cualquiera de las ramas, derivaciones, fetiches, prácticas, roles, juegos, perversiones o cualesquiera clasificación de lo que se considera que tiene cabida bajo el (a mi juicio excesivamente inmenso) paraguas del BDSM.

Antes de saber que había algo que era el sado, el masoquismo, D/s o cualquier sigla que quieras poner, a mi me atraían las cuerdas. La visión de cuerpos atados, limitados de movimiento, en posiciones básicamente eróticas y esencialmente sexuales me captaba (y lo sigue haciendo) de un modo irremediable.

Tanto, que si me he documentado concienzudamente en algo, ha sido precisamente en ello. He visto decenas de películas, tutoriales, libros, imágenes, conocido quienes son los gurús actuales y pasados, buceado en la historia, en los orígenes de las técnicas, aprendido de los materiales, su uso, preparación, resistencia, adecuación para según qué se haga con ellos, recordado fundamentos de física y biología.....en fin, que antes de comprar y poner la primera cuerda, traté de aprender y saber como corresponde a quien pretende practicar una actividad que es potencialmente peligrosa, incluso en el más simple de sus montajes.

He de reconocer que hay de todo en el material revisado; sobre todo algún tutorial de dos maestros japoneses en los años 80, que incrementaron si cabe mi deseo y las ganas de aprender. Pero, por otro lado, empezó a crecer la sensación de que esta moda (pues tiene mucho de moda) se halla cada vez más contaminada por el aspecto del negocio que supone (cualquiera que compre cuerdas los sabrá....y si mira los precios de los libros y DVDs que publican los maestros reconocidos, ...) y sobre todo, por cierto "protocolo" en el sentir.  Me llamó esencialmente la atención, tras ver el primer vídeo de Esinem, que los modos, gestos y sensación de sentimiento profundo que se pretende transmitir parecían calcados de las decenas de clips vistos en youtube, blogs dedicadas al tema y fuentes varias tanto en internet como fuera. La guinda ha sido ver alguna "performance", alguna "sesión" en vivo o las demostraciones prácticas en los seminarios de cuerdas a los que he asistido. De nuevo esos rostros tránsidos de plástica emoción..... calcados de ese primer video, y tan alejados de esas primeras películas ochenteras. Es como si todos los cantantes copiaran los modos y maneras de Joe Cocker sobre el escenario, por poner un ejemplo.

No dudo que sea sentido. Aunque mi intuición me dice otra cosa. Lo que hace es alejarme de un mundo que siento poco natural. De nuevo, en los vídeos primigenios es donde hallo esa naturalidad que falta en todo lo demás que veo. Pero en fin, para gustos están los colores.

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