domingo, 9 de febrero de 2014

Expectativas

Leo una interesante entrada en un foro BDSM, acerca del desgaste que irremediablemente lleva a sus practicantes a dejar de lado ese mundo periódicamente.  Se infiere que el motivo es una situación de hartazgo, y no por lo que implica la práctica o reconocerse y aceptarse en la condición que corresponda, si no por la acumulación de experiencias frustrantes o de conductas ajenas poco estimulantes.

Se trazan diversos paralelismos en diferentes aportaciones a la entrada original, pero en resumen suelen centrar el origen del desencanto en parte del personal que habita dicho mundo. No es nada que no se pueda extrapolar a otros ámbitos, pero parece que aquí tiene una incidencia más acusada.

La impresión que saco de todo ello, sumado a la propia experiencia, es que se trata en definitiva de un asunto de expectativas defraudadas. No tanto propias como las que se depositan en el entorno, en el carácter de los afines, los valores que se les suponen... en fin, que con el tiempo llega un momento que se produce una decepción profunda que parece ahogar todo lo que lleva uno dentro.

Es difícil no tener expectativas, o mejor dicho, no dejarse tentar por ellas. Es difícil tomar algo tal y como viene y se ve, y no querer ir por terrenos que no se deben pisar. Aunque no comprendo como no resulta sencillo disfrutar de algo por si mismo cuando se tiene, sin pedirle más y más. Lo mejor es enemigo de lo bueno, se dice.

No esperar más de lo que se tiene y disfruta. No querer dos caramelos cuando se tiene uno, no ansiar tener la llave de la tienda, o el secreto de la fábrica de dulces. Simplemente, ir al quiosco, comprar tu caramelo y disfrutarlo llenándote la boca.

Sin expectativas. ¿Quedará alguien así? Seguro que sí.

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