viernes, 30 de mayo de 2014

La retrospectiva

No se trata de un pintor muy conocido, o quizá famoso, aunque tiene un atractivo innegable. En la muestra se exhibe un amplio catálogo de su obra, abarcando todos los periodos de la misma, que en realidad son como un repaso a toda su vida.

Colores, temas, pasión, estilo, técnica, influencias se suceden a lo largo de una centena larga de lienzos, donde se aprecia su evolución con nitidez; cuales son los temas que le atraen en un momento dado, las constantes esenciales, cuando abarca elementos que no domina, el modo en que la energía y la capacidad propia le hace poder con aquello para lo que no está naturalmente dotado, el dominio de esos momentos, que no tiene al principio, y que al final la falta de fuerza, empuje o entusiasmo (o todo ello a la vez) le hace decrecer en ritmo y cantidad para centrarse en lo que es propio y al final, el declive, el retazo de lo que se llegó a ser, entre restos de esencia y ser.

Al final, parece no hallar ajuste para su inspiración, o puede que directamente ya no sea capaz de tenerla. Se nota por comparación con lo anterior. Aun siendo cuadros estimables, carecen del duende y la magia que se puede apreciar en los anteriores. Quizá el mismo lo percibiera, y aún así pintó aquellos últimos cuadros. O quizá no y simplemente siguió haciendo aquello que le gustaba o sabía hacer.

Parece complicado desde fuera considerar un final. Aunque es peor sentirlo y no asimilarlo. O proceder como si no estuviera ocurriendo.Aplicar parámetros propios a una decisión ajena es algo arriesgado, aunque por desgracia resulta muy común. El Yo es caprichoso, o al menos el Yo de otros para uno mismo. Aunque sin duda el momento más delicado es cuando se toma conciencia de la decadencia y se comprende con claridad que igual no se puede seguir. Hay quien en ese momento cesa por completo la actividad, opción drástica donde las haya. Otros se adaptan a las circustancias con mayor o menor fortuna. Y por último, están quienes ignoran el hecho y pretenden continuar (pretenden, porque en realidad no pueden) como siempre. La paleta de colores es en realidad infinita a lo largo de esas tres opciones, pero sirven para agrupar de un modo suficiente casi todos los comportamientos.

El final siempre está rondando. Es inevitable. Tan sólo se puede escoger el modo de llegar a él. Espero que cuando me toque no caiga en la tentación de cerrar los ojos. Aunque eso implique que mi retrospectiva ya pueda exhibirse de modo integral, y no tenga nada más que añadir.

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