lunes, 12 de mayo de 2014

Un pezón atravesado

Suelo decir que no tengo fetiches. Pero no es cierto, claro, los tengo. Me encanta, por ejemplo, la piel blanca, lechosa. Y tengo debilidad por el pelo rojo, natural. Disfruto muchísimo con el pecho generoso, abundante, voluptuoso. Y las formas a juego. Y algunos más, no tan evidentes, o que no he hecho explícitos como estos, que creo conocen quienes tratan conmigo en este mundo.

Y me gustan los pezones anillados. O más concretamente, el acto de anillarlo. Puede que sea una reminiscencia del primer relato que tengo conciencia de haber leído con una clara orientación sadomasoquista. Bueno, de orientación, nada, era directamente así. Al contrario que muchos otros que leí después, éste describía con bastante verosimilitud como eran atravesados los pezones de una mujer con dos finas agujas, realizadas expresamente para la ocasión en el contexto general de un acto que me pareció muy hermoso. Quizá fuera mi falta absoluta de conocimiento en aquellos momentos lo que le diera ese aroma de posibilidad, junto con la posterior descripción de los efectos que tenía la acción sobre el pecho y la mente de aquella mujer. Pero es cierto que la escena que se produjo en mi cabeza quedo grabada como si la estuviera viendo ahora, y aún hoy, es de lo más realizable que recuerdo haber leído jamás dentro de actos que se pueden definir como de palabras mayores.

Después he visto vídeos donde se acometen acciones que superan con mucho a esta, tanto que me pregunto si tienen algún sentido más allá de buscar un impacto que considero en ocasiones aberrante. De hecho, estos días estoy borrando decenas de vídeos que almacené en su día y que hoy sé que no aportan nada. Pero la imagen generada por ese relato, permanece en mi cabeza.


Alguien ha colgado esta imagen en un entorno que sigo, y me ha recordado mi fetiche. Y me ha traído a la mente los proyectos de anillado que han circulado por mi cabeza en más de una ocasión. Alguno estuvo tan próximo, tan cercano...incluso con lugares seleccionados para ello. No diré que al ver la foto se haya reactivado algo en mi, pues activo está, y algún día será. Pero sí que ha tenido la virtud de poner mis deseos en su justo término, haciendo que se enfoquen con mayor claridad y me lleve a abandonar cierta dispersión que me ha rondado en exceso ultimamente. Será que voy recobrando ua paciencia que parecía perdida. O con más propiedad, que cierto ansia que me acompañaba ha pasado a mejor vida. Y eso me permite un sosiego del que carecía, y actuar con una calma necesaria. Una calma que no debí dejar que se fuera.

Pero es que nadie es perfecto ¿verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario