martes, 6 de mayo de 2014

Olor a hierba cortada

El olor a hierba recien cortada sube por la ventana, fresco, tentador, incitante.

Me invita a dejar la silla, la mesa, la habitación de aire caliente, pesado, frustrante.

La música de fondo es aparentemente suave, fácil, ligera; en realidad es intensa y fluída, de apariencia sencilla, en absoluto trivial.

Una frase recien leída flota en mi cabeza, enredándose con el olor, el frescor, el calor y el sonido.

"...pero hay esta confusión y esta idea de falsa democracia de que todo el mundo es capaz de hacer periodismo, pintar, opinar... no hay filtros, gentes que sean capaces de sacar lo bueno y lo malo."

No hay filtros, todo el mundo se cree capacitado para valer para todo, o actúa como si así fuera. El autismo personalizador que aumenta el ego de los yoes mediocres, haciendo sentirse especiales por comparación, y no por si mismos, con sus posibles y sus imposibles. Querer no es poder, y todo el derecho que poseo no se contrapresta con las obligaciones que adquiero para que ese derecho sea universal.

Entonces, me doy cuenta del ruido infernal que acompaña a la cortadora de cesped, que matiza que la hierba es cortada, no segada, y el frescor, contaminado por el ruido y olor de la gasolina, deja de tentar.

Pasados unos instantes, cesa el ruido, se va el aroma y al volver la mirada veo a los operarios (no son jardineros, puede que mañana estén barriendo y pasado cambiando bombillas) maltratando el depósito de la cortadora para limpiar los restos de cesped.

"todo el mundo es capaz....."

Definitivamente, aunque lo parezca, sólo lo es quien puede, no quien quiere. Y, ¿qué hay de malo en eso?

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