domingo, 19 de junio de 2022

La prostitución de los símbolos

Ya, ya sé que el titular es desafiante. Que busca llamar la atención con una sugerencia obscena sobre algo que transmite en principio limpieza y estabilidad. La idea de manchar lo simbólico, aquello que forma parte de la pureza que se crea en nuestro subconsciente, tiene algo de provocación.

Pero en esta ocasión, la frase no es resultado de un deseo de epatar y captar la mirada a cualquier precio. No. En esta ocasión, es consecuencia de la sensación percibida ante la recepeción de una imagen para reforzar un mensaje. Un pretencioso mensaje, que hablaba de entrega, posesión, deseo. Un mensaje que sin embargo, está absolutamente desmentido por los hechos, la conducta, el carácter y la disposición mostradas.

Hace tiempo que la estética se usa como parte del ardid que conforma los mecanismos de la publicidad. El anuncio de Jacq's, el sexo ligado a los automóviles, a los perfumes, incluso al chocolate, buscan, como buscó siempre, y con fórmulas más estudiadas desde las propagandas de las dos guerras mundiales, la ligazón del deseo íntimo con el superficial de un producto determinado. Los 80 trajeron la sublimación del imagen, y de ahí usar cualquier símbolo para vender, poco faltó. Tanto que hoy en día ha calado en la vida cotidiana, tanto que falacias como el uso de la palabra libertad en manos de quien precisamente más la coarta (ser libre es conocer todas las opciones para elegir, pero se pierden los fundamentos) se ven como algo natural, y sin que haya una revuelta.

Así que recibir una imagen profanando un símbolo para justificar una conducta injustificable no deja de ser una consecuencia de los tiempos.

Pero qué quieren que les diga, aún me quedan en la mente grados de verdadera libertad, y lo he cogido al vuelo. Como tantos otros sobornos, bajezas e inmoralidades que pululan por doquier en este zoco de sensibilidades corrompidas. Y no, por sensibilidad corrompida no me refiero precisamente a los amantes de las conductas y espíritus perversos y ánimos inconfesables. Esos, todavía, respetamos nuestros símbolos, y no nos vale cualquier cosa. Pero la corriente es imparable, y acabará por tragárselo todo.

Eso sí, corromper un símbolo no es camino de redención. Más bien lo es corregir la conducta con verdadero propósito de enmienda. Pero eso resulta tan difícil no ya de acometer, sino siquiera de asumir. Qué se le va a hacer.

2 comentarios:

  1. Hola querido, he pasado por aquí para ver cómo estabas.... Sigues como siempre, con ganas de guerra y picandote la mano jajajaja.
    Me alegro mucho de leerte.

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    1. Tanto como me alegra a mí saberte de vuelta. Te fuiste hace ya un tiempo, pero todo vuelve siempre. Aunque en el fondo siempre lo tuviste ahí.

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